Artes Cine- TV Deportes Diseño Turismo

HBO y el frasco de las esencias

Repaso al nacimiento de las series como hoy las conocemos

4 septiembre, 2015 / Felipe Arnuncio

Comienzo a escribir en esta sección con la idea de hablar sobre estrenos de películas y sobre todo, hablar sobre películas que no son estrenos. Películas que únicamente podemos ver en cineclubs, en salas como Cine Doré, Casablanca, Berlanga y otras tantas, que sobreviven a base de pases de buenas películas fuera del mainstream, o en casa. Internet nos da la oportunidad de ver prácticamente todo lo que se estrenó algúna vez aunque sea en un espacio domesticado. Sin embargo esta sección hace alusión al cine y a la televisión, haciendo referencia esto último a la series que comienzan a emitirse en la última década del siglo XX. Y no puede ser más apropiado. Tal y como arguye Brett Martin en su libro «Hombres fuera de serie», las series dramáticas han madurado en las últimas dos décadas hacia un arte distintivo en si mismo, equiparándose e incluso superando en ocasiones al cine Americano de los 60 y 70.

Como cada producto es en si mismo un objeto de estudio, pretendo aquí hacer un ligero repaso del cómo y el porqué del nacimiento de esta nueva forma de hacer televisión, desde finales de los 80 hasta la actualidad, momento en que las series ya están aceptadas por todos como formatos con una calidad artística demostrada y demostrable. No puedo remontarme a los orígenes reales de este fenómeno porque me perdería en innumerables datos, títulos y nombres para un análisis tan escueto como el que pretendo hacer pero intentaré sintetizar en lo que considero fué el contexto, el caldo de cultivo en el que surgió la nueva forma de consumir arte. Y digo consumir por que se logró con un éxito abrumador, unificar lo que tenían de arte y de industria.

Hasta finales de la década de los 70 la figura del guionista estaba por norma general denostada hasta el punto de que los grandes productores, tanto de televisión como de Hollywood, consideraban que cualquiera con un mínimo de talento podía realizar ese trabajo. Eran creadores pero no tenían capacidad de decisión real a la hora de rodar. No influían en la parte creativa en tanto que una vez finalizada la última versión del guión, terminaba su trabajo. Pero en la década de los 80 y de una manera paulatina comienzan a apreciarse cambios en las series de televisión que se emitían, tanto en la televisión pública como en el montón de emisoras privadas que afloran en Estados Unidos. Aparece entonces una figura vital para lo que vendría a suceder después.

Grant Tinker era un productor ejecutivo de 20th Century Fox que dejó su cargo para fundar MTM Enterteinments con la idea de producir una serie sobre si mismo. O sobre su alter ego, un productor de cine al que todos adoran. No se si se llegó a realizar esta serie y en cualquier caso, dudo que tuviera éxito. Pero era sin duda un reflejo de lo que él pensaba que podía ser un nuevo organigrama a la hora de producir. Tinker creía en la importancia de los guionistas. Afirmaba que un guionista feliz era alguien mucho mas productivo y por lo tanto mas rentable. Las oficinas de MTM se convirtieron en el lugar donde todos los guionistas querían trabajar por un sencillo motivo, eran libres para escribir lo que quisieran. Es aquí, de alguna manera donde aparece la figura del Showrunner: guionista, director, creativo… alguien con la libertad sificiente para hacer y deshacer cualquier decisión creativa relativa al proyecto. Paralelamente se da una situación de colapso en la cadena HBO, incapaz de competir con la televisión pública, sin audiencia, con unos nichos de mercado muy marcados especialmente entre la población negra debido a las emisiones de Boxeo. Con muy poco que perder, HBO decide arriesgar y pasa de emitir reposiciones de películas de Hollywood a producir series dramáticas de una hora.

Hay por supuesto, antecedentes de series dramáticas que dejaban entrever los cambios que estaban por venir; «St. Elsewhre«, «Matrimonio con hijos«, «Treinta y tantos» y sobre todo «Canción triste de Hill Street«, entre otras, empezaban a romper con los estándares televisivos que se conocían hasta la fecha pero no es hasta que la HBO se encuentra en esa tesitura y decide arriesgar, cuando los cambios se hacen tangibles.

En 1997 HBO empieza a emitir «OZ«; la primera serie de lo que podría ser un subgénero televisivo, el carcelario. Apócope de «Oswald» State correctional Facility, «OZ» hace también alusión al mundo imaginario de «El Mago de Oz» y se refiere al módulo experimental de un centro penitenciario de máxima seguridad en los Estados Unidos. Un experimento que pretende, sin éxito, mejorar la calidad de vida y aumentar los casos reinserción social entre los presos. Creada por Tom Fontana y con 6 temporadas, es una de las series más duras y claustrofóbicas de las que inauguran esta nueva forma de hacer televisión. Articulada por la narración de uno de los presos (Augustus Hill) y sin un solo plano exterior en las 6 temporadas, «Oz» está repleta de secundarios de lujo como J.K.Simmons, Kirk Acevedo, Christopher Meloni, Zeljko Ivanek o Edie Falco, rostros familiares para el público americano y que pasarán a engrosar todas las producciones de Hollywood y series de televisión en el futuro.

Posteriormente se crearán series de mucho más éxito como «Prision Break» y «Orange is the new Black», con una temática parecida pero mucho mas digestivas y amables, planteadas para empatizar con un público mayoritario y no tanto como crítica social.Y entonces apareció Tony; «Los Soprano» se emite por primera vez a principios de 1999 en prime time y fué un éxito rotundo. lo cierto es que al ser una cadena de pago, HBO no podía competir en términos de audiencia con las emisoras públicas. Ni lo pretendía. Estaban creando una imagen de marca. Una televisión de calidad. Y aún así consiguieron unas cuotas de audiencia hasta ahora impensables para la televisión por cable. David Chase había creado un producto brutal y James Gandolfini no se quedaba a la zaga interpretando a Tony Soprano. «Los Soprano» se coronaba como una de las mejores series de la historia cosechando más de 20 Emmys y varios Globos de oro y convirtiéndose, tras 6 temporadas, en un elemento imprescindible de la cultura popular Norteamericana del Siglo XXI. Acostumbrados a las Sitcom, y al formato de series anteriores a «OZ», estructuradas como capítulos independientes uno detrás de otro, el espectador se enfretaba ahora a un todo que se construía capítulo a capítulo. Sentíamos la necesidad de ver cada episodio, por el deleite de verlo pero también por que queríamos saber como le iba a Tony, sin ser demasiado conscientes de ver cada temporada como una unidad.

Un año antes se había estrenado, también en HBO, «Sexo en Nueva York» y poco después, de una manera progresiva, se estrenaron «The Corner» (2000), «A dos metros bajo tierra» (Alan Ball, 2001), «The Wire» (David Simon, 2002) que sin duda merece todo un estudio a parte, «Carnivále» (2003), «Deadwood» (David Milch, 2004) un wenster con un espectacular personaje llamado Al Swearengen, que incomprensiblemente dura tan solo 3 temporadas, «Roma» (2005), «Big Love» (2006), «John from Cincinnati» (2007), «True Blood» y «Generation Kill» (2008) hasta llegar a «Boardwalk Empire» (Terence Winter, con la colaboración de Scorsesse, 2010), «Treme» (2010) o «Juego de Tronos» (2011). Y esto solo en HBO.

Esta nueva manera de contar historias rompía radicalmente con todo lo emitido hasta el momento. Ahora nos presentaban historias ambiguas y complicadas, argumentos implacables con sus protagonistas, favoritos de la audiencia que veía, con estupor, como eran asesinados cruelmente o desaparecían sin más por decisión de algún guionista perturbado. Personajes infelices, moralmente cuestionables, complicados, alcohólicos, narcisistas … en definitiva, muy humanos. Hombres fastidiados, frustrados pero que, a pesar de las circunstacias, intentaban hacer lo correcto y mujeres que pasan de ser simples dinamizadoras de la acción, a protagonistas corruptas, despiadadas o insensatas. Las temáticas que componían estas series iban desde la violencia a la sexualidad, la adicción, la familia o la clase social. Y todo ello en nuevos formatos de diferentes duraciones con la premisa de que cuantos menos episodios, mayor es la atención que prestamos, menor el riesgo económico y mayor el riesgo creativo que se podía asumir.

Obviamente, el resto de cadenas no se quedaron atrás. La FOX comienza su andadura por las series dramáticas de calidad con «The Shield: Al margen de la ley» (2002) y ya en el primer capítulo empieza la «controversia» cuando su protagonista, Vic Mackey, un policía corrupto de Los Ángeles dispara a traición al único componente honesto de su brigada. No por casualidad Michael Chiklis, actor que da vida a Mackey, será el elegido para acabar con la vida de otro de los personajes estrella de la FOX, Jax Teller. Después vinieron «Nip, Tuck» (2003), «Rescue me» (2004), «Damage» (2007) y «Sons of Anarchy» (2008) esta última no tan lograda, con el mal vicio de alargar las temporadas en base al éxito de audiencia y con un final mediocre que no hace mas que desmerecer a un personaje que podría haber sido mucho más ambiguo.

Y ese mismo año aparece en antena «Mad Men» (Matthew Weiner, 2007) producida por la recién creada AMC. De nuevo una serie que merece una mención aparte y un personaje de los que se convierten en icónicos, Don Drapper, nunca a la altura de Tony Soprano pero en el limbo de los personajes que trascienden a las series que les dieron vida. Y de estos hay unos cuantos: Tony Soprano, Jimmy Darmody, Vic Mackey, Mc Nulty, Omar Little, Don Drapper, Nucky Thompson, Al Swearengen, Richard Harrow, los Underwood, Rust Cohle o por supuesto, Walter White y Jesse Pinkman. Pese a su corta vida la AMC pronto se puso a la altura en cuanto a la calidad de sus series dramáticas con «Mad Men» y en 2008 con el estreno de «Breaking Bad» (Vince Gilligan). Quizás el broche de oro a dos décadas de producción incesante y de explosión creativa, «Breaking Bad» es el ejemplo perfecto de que el formato serie es una oportunidad para hacer evolucionar a los personajes, el argumento y la trama sin las limitaciones de la temporalidad. Walter White es un personaje espectacular, lleno de dudas, temores y prejuicios que acaba convirtiendose en un monstruo. Por que le da la gana. Y por que puede. Todo en «Breaking Bad» está estudiado y funciona como un reloj suizo, desde sus personajes secundarios hasta la banda sonora. Incluso lo que se supone un imprevisto como el hecho de que tuviesen que rodar en Nuevo México y el desierto de Albuquerque por imponderables de producción, acaba girándose en favor de la historia convirtiendose en un elemento imprescidible. En un personaje más.

La AMC continuó su producción con «The Walking Dead» (2010) una serie con una gran acogida pero endeble en la medida en que su temática no le permite mucho más o que símplemente no está a la altura de sus predecesoras o el Spin-off de «Breaking bad», «Better call Saul» sobre la vida de Saul Goodman, abogado casposo de Walter y Jesse, que se mueve siempre al límite de la legalidad.

También SHO (Showtime) se lanza a la aventura del drama seriado con «Weeds» en 2005, «Dexter» en 2006 y sobre todo «Homeland» a finales del 2010. Esta última diseccionando las políticas exteriores de los Estados Unidos en Oriente Medio y sus ambiciones geoestratégicas a través de una buena trama sostenida por la relación entre Nick Brody, un Marine de los Estados Unidos secuestrado por AlQaeda y Carrie Mathison, una agente de contraterrorismo de la CIA que muy en sintonía con los entresijos de la trama, padece un trastorno bipolar.

Cada temporada aparecen nuevas series entre la ingente producción dramática de las cadenas Norteamericanas que demuestran que calidad y rentabilidad van estrechamente ligadas. Sin mencionar las series que se producen fuera de los Estados Unidos. Series británicas como «Utopía» o «Black Mirror», Australianas como «Top of the Lake», la producción Nórdica …; poco a poco nos perderémos entre la basta cantidad de series de la misma manera que nos abruma la cantidad de películas que llegan a los diferentes canales de distribución. De nosotros depende mantener la perspectiva y por eso es bueno recordar cuando y cómo empezó todo.

Comparte
info@hungerculture.com
He leído y acepto condiciones legales
Utilizamos cookies propias y de terceros. Si continua navegando, entendemos que aceptas su uso. Más información.
Aceptar