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Los caminos separados de Sonic Youth

El amor en el ruido también es humano

10 abril, 2014 / Nour Al-Hussen Villa

En 2011 Thurston Moore y Kim Gordon decidían ponerle final a 30 años de matrimonio. Ellos, una de las parejas más emblemáticas de la música bendecida y consumada por mucho riff y mucho noise. Ni ellos, dioses del olimpo rockero, se han librado del mal que contagia al amor mortal, la rutina, el desgaste,…o, cuentan las malas lenguas que de la infidelidad. No queremos hacer de esto prensa rosa, pero es que comentan las peores lenguas todavía, que este motivo fue el detonante para que la noticia de la separación de Sonic Youth supusiera un facto absorbido por el shock y la tristeza de sus fans principalmente, y salpicado de habladurías y leyendas urbanas como buen mito a posteriori.

Los corazones de Kim y Moore echaron el candado, sus arterias se congelaron a pesar de tanta fogosidad que emanaban sus guitarras. Las cadenas se rompieron y sus caminos, tanto emocionales como profesionales se separaron. Como es lógico, bajo el halo de la música. Por su parte Kim experimentó en otras vertientes del arte y coquetea con la pintura. No obstante sus andadas por los estudios de grabación siguieron siendo constantes, entre ellas, un atractivo proyecto con Bill Nace. La formación está bautizada con el nombre de Body/Head y ha sacado disco el pasado septiembre de título nada más y nada menos que «Coming Apart«, amparado por el sello Matador Records. Los sonidos que destila tienen la esencia de los platinos cabellos del post-punk. Algo más crudo y punzante que sus últimas hazañas por el escenario, pero fiel a la extravagancia y provocación de sus inicios allá en el 1981 con Sonic Youth. Siempre dije y diré que toda la sensualidad y perfección que se puede inhalarse del sonido de una guitarra eléctrica salvaje, está materializada en no sólo en unas piernas infinitas que brincan con agresividad, si no que también en un espíritu arroyador. Tiene nombre, se llama Kim Gordon.

 

Esta semana ha sido rotunda y melancólicamente Sonica, y por ello también consideré propio – preocupada de mí- rastrear el destino recorrido desde la ruptura conyugal y la disolución del binomio central Sonic Youth hacia el presente de Thurston Moore. Él se ha encauzado por dos vertientes dispares. Una de ella lanzando un disco en solitario, «Demolished Thoughts» en el año 2011 y producido por el mismísimo Beck. En él nos muestra su lado más íntimo empañado de acústica, que si bien se correspondería a un género que normalmente me putrefacta, lo cierto es que en él curiosamente me resulta terriblemente dulce, y tímidamente reconozco que encantador. Aún así, parece que algo en el enorme hombre del flequillo interminable, gafas oscuras, portador del espíritu más puro del «Forever young» del no wave, no quiere desprenderse del todo de su Blue Box y aclama nostálgico en si el volar amplificadores, o hacer uso de baquetas para tocar y pregonar con maestría el arte del ruido. Sus seguidores tuvieron suerte, y es que una cosa está clara, hay Moore para rato. En 2012 fundó el grupo Chelsea Light Moving que un año después debutaría con el álbum cuyo nombre es el mismo que la banda y sellada (casualmente como su ex) por Matador. La carta de presentación fue un un sencillo llamado «Burroughs» dedicado al transgresor y excéntrico (por decirlo de alguna pobre y simple manera) escritor William S. Burroughs. Así que, los conocedores del rey de la técnica cut-up en la narrativa y figura esencial en la Generación Beat, os podéis imaginar de qué puede ir el asunto. El sonido es, sin duda, deudor del vapor candente de Sonic Youth. Parece que les ha funcionado y este mismo año sacarán nuevo trabajo «Love Song».

Kim y Thurston, dos melenas rubias desenredadas por el punto final a una historia de rock, pasión, y pasión por el rock. No sé si me condición como mujer hace que por naturaleza posea una membrana sensitiva no sensata, o vea cosas más allá, pero los títulos de sus trabajos por separado transmiten el punto y seguido de un recuerdo, que difícilmente será borrado en nuestras memorias. Quizás Sonic Youth haya sabido hacer uso de la retirada digna, porque ya saben, cuando la fusión y la química de dentro se descolora, la proyección al exterior es una mera ilusión óptica.

  • ¿Resurgirá Sonic Youth algún día?

Para sus fans seguro, todos los días. No sólo consiguen resurgir ellos de una manera omnisciente en la actualidad, si no que hacen que los que los sigan escuchando alienten la llamarada de juventud y vida, fuerza y garra. Sonic Youth no era sólo ellos dos ni mucho menos. Pero sí eran el epicentro de un terremoto de conexión y complicidad.

Tiempo y esperanza, aunque sepan que el «para siempre» puede ser indispensable, pues dicen las buenas lenguas que el futuro es incierto, aunque las malas contesten que el amor caduco.

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