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L.E.V. FESTIVAL 2015: LA CRONICA

ALBA G. CORRAL, Daisuke Tanabe Y Yosi Horikawa, nombres propios

6 mayo, 2015 / Vitor P

Son muchas las imágenes que podrían definir todos los sentimientos positivos que suscita cada año el Laboratorio de Electrónica Visual, Festival Internacional de Creación Audiovisual de Gijón y en esta novena edición ha habido momentos de auténtica magia que quedarán grabados en la retina de muchos de nosotros para siempre: desde el japonés Yosi Horikawa creando sinergias increibles con el público tocando su aclamado Bubbles en El Jardín Botánico, a Ben Frost llevando la tensión del sonido y la escenografía hasta límites insospechables en el Teatro, pasando por la emoción de los paisajes digitales abstractos que Alba G. Corral dibujó para el show de Jacaszek y por supuesto Daisuke Tanabe conectando con el entorno y el público de forma espectacular en «El Botánico» mediante sus melodías y sus miles de capas de sonidos evocadores.

Todo esto y mucho más fue lo que dió de si la novena edición del Laboratorio de Electrónica Visual que se celebró en Gijón desde el Jueves 30 de Abril hasta el sábado 2 de Mayo y que congregó en todas sus localizaciones a miles de personas llegadas de toda la geografía nacional.

Este año hubo varios cambios de ubicación en algunos de sus escenarios, añadiendo la Sala de Pinturas que acogió la última instalación audiovisual del artista de Montreal Nicolas Bernie, o añadiendo por primera vez una intervención en el casco urbano de Gijón con la instalación audiovisual Axial de PlayMid en la Punta de Liquerique (Puerto de Gijón) y que sirvió como apertura del Festival, y el nuevo espacio al aire libre en El Jardín Botánico, que aún tirando de plan B fue un acierto muy grande. Además se dejó atrás la Iglesia como espacio para los contenidos nocturnos (aunque se utilizó de día para acoger la instalación audiovisual Strata #4 del artista italiano afincado en Londres Quayola) y se concentró en La Nave de LABoral toda la programación nocturna, con un resultado que no dejó indiferente a nadie, pues ya en la jornada del viernes además de echar de menos la famosa «Columna del LEV», se pudo constatar el malestar del público por el calor excesivo y por el sonido tan pobre y saturado con que contaba este espacio.

Teatro: emociones a flor de piel

La primera toma de contacto con el Teatro de la Laboral fue a manos de Carhatt, que en 25 minutos presentaron Octagon, una proyección empapada de giros de cámara, digitialismo y vanguardia de calle sobre ruedas de skate. Era un pequeño y curioso aperitivo antes de uno de los conciertos que más expectación esperaban esas butacas ocupadas por un público de lo más heterogéneo y variopinto. Es lo bueno de la electrónica, que en muchas ocasiones actúa como nexo entre géneros y fans de distinto tipo. Eso se reflejó un poco más a lo grande en el siguiente espectáculo. Se trataba del polaco Jacaszek que salía acompañado de un dorado barroco clavicordio y un intermitente saxo. Los tres artistas estaban respaldados por las proyecciones de la artista visual Alba G. Corral.

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La tendencia neoclásica es la firma de la extensa obra de Jacaszek, la acertada unión de instrumentos clásicos con la electrónica transpira un directo de subgraves, retumbón, y con melodías que acompañadas de las imágenes suponían el transcurso de una gama fría a una gama cálida, traduciendo esto en un juego con la geometría del espiritualismo y una música de añoranza. Era llamativa esa conjunción de elementos que por un lado abanderaban la sofisticación y por otro la delicadeza. En el clavicordio se apreciaba esta inscripción: «Acta Virum Probant» (Actions prove the man) una cita bíblica curiosa entre tal festín sonoro que abrazaba de una manera interminable unos cánones sinfónicos que se establecían con el saxo, que muchas veces funcionaba como un efecto electrónico más. En muchas ocasiones esos bucles me recordaron a alguna pieza de Jozef Van Wissem.

Una parada rápida y nos enfrentábamos al plato fuerte, pues la vuelta de Cabaret Voltaire suscitaba interés y curiosidad, así como el resultado final no dejó, para bien o para mal, indiferente a nadie. Con camisa y americana y sin despeinarse un pelo, Richard H. Kirk ofreció un show de más de una hora que supo cortar en el momento adecuado, porque de no haber sido así, la cosa se habría sobrecargado. Siguió su línea de discurso que versa entre la provocación y la violencia no sólo en cuestión de decibelios, si no en cuanto a discurso y estética de su presentación. Todo lo que puso fue aabsolutamente material nuevo impregnado de un batiburrillo de dub, oriental, techno, y por momentos funky, mientras la gran pantalla de fondo que tenía detrás se partía en tres para trasladar los loops infinitos que fabricaba a imágenes en VHS, donde la temática bélica actual y pasada se enfrentaba en forma de collage ochentero a imágenes, series y personajes pop. La frivolidad versus la crueldad de un ayer y hoy, que hacía repaso además de sus figuras más representativas: Andy Warhol, Batman en su versión vintage, y por otro lado imágenes de Hitler o de las revoluciones árabes o el yihadismo entre otros.

benBen Frost fue el último en aparecer en el escenario del teatro en la jornada del jueves. Ayudó a montar el escenario y pudimos saludarlo con calma, se mostró cercano y muy acogedor. Con un look total black y una melena rubia corta, pero densa, Ben presentaba la versión AV del directo de A U R O R A, junto al artista visual alemán MFO. Para muchos supuso el mejor concierto de la edición y otros….otros simplemente no lo entendieron. Con un juego de luces y de sonido que nos hacía sentir en el despegue de una nave, Frost jugó con la electrónica, el rock, y el ambient. Fue un espectáculo muy directo y al parecer muy controlado con lo que se supone que suele hacer. Con mucho humo y una guitarra a sus espaldas con la que jugeteaba y diseñaba drones a golpe de cuerda mantuvo en tensión a los espectadores. El contraste del efecto era claro, algunos sacudían sentados sus cabezas en una ceremonia de trance, y otros, permanecían con los ojos cerrados, no sabemos si disfrutando intensamente o teniendo una cita con Morfeo. Si es cierto, que cada música tiene su efecto y su forma de disfrutarlo.

El viernes disfrutamos de un par proyecciones muy interesantes, a las 21:00 dió comienzo una colaboración: Transforma & Yro con un show llamado Bsynthome que consistió en una liturgia llevada a cabo en un laboratorio cuyo lugar era el escenario. Los elementos sagrados eran piedras, que se manipulaban con especial delicadeza y veneración. Podíamos ver proyectados los movimientos de los tres individuos que llevaban a cabo la ceremonia. El transcurso mostró como significante final la transformación de las piedras en una especie de polvo cósmico que inundaba de paz y encanto todo el ambiente. Lo compaginaban con una puesta en escena excelente, una actitud misteriosa de los integrantes, y una poesía vanguardista en una era tecnológica, que fusionaba el romanticismo y la antropología.

Finalmente, Paul Prudence fue el encargado de echar el candado hasta el año que viene a las puertas del teatro. Lo hizo con una muestra muy solemne, pero que personalmente no pude apreciar como merecía por culpa de la impresión que causó en mí el pase anterior. Se trató de una propuesta más lineal y quizás convencional pero no por ello nada hipnotizante o mediocre. Cyclotone II fue un un espectáculo que concéntricamente conjugó el espacio con la geometría y la conmemoración plasmadas con un trabajo de campo intensivo.

El Jardín Botánico: sinergias entorno-público-artistas

Fue sin duda lo mejor del Festival, un espacio donde se crearon unas sinergias increibles entre todos los actores principales del día: el entorno del Botánico, el clima caluroso pero con lluvia amenazante, el público deseoso de más baile y los artistas dando lo mejor de ellos mismos.

skygFinalmente no se puedo utilizar el nuevo emplazamiento anunciado para esta jornada en La Pradera de la Aliseda debido a la lluvia caída en las horas previas al festival, pero la verdad es que el espacio elegido como opción B lo tenía todo para que esa mañana de sábado fuese perfecta desde el comienzo, donde Skygaze aka Jaime Tellado comenzaba su live enfundado en una camiseta de los donostiarras Reykjavik606 y con esos beats instrumentales de herencia rap que el asturiano adereza con una gran dósis de delicadeza digamos, de tendencia Flyinglotusiense o Boardscanadiense. Ambientes oníricos, graves que retumbaban por momentos y un ritmo in crescendo con el que repasó algunas de sus producciones (Shoreditch, Sparkless o Call on Me) que dejaron paso a un final apoteósico en el que tras soltar unos sintes ácidos continuó por terrenos mucho más cluberos que hicieron enloquecer al público.

Tras él le tocó el turno al artista japonés Daisuke Tanabe que llegaba de la mano de Red Bull Music Academy y que compartía protagonismo a esa hora con el delicioso brunch que nos tenían preparados los chefs del festival y que nos permitió saborear jugosos dulces de frambuesa, empanadas vegetales o crepes de sinuosa berenjena que maridaban a la perfección con el collage instrumental del japonés. Hip hop, idm, folk, lo-fi, jazz, breakbeat e incluso un poco de drum´n´bass en el inicio de su directo fueron los ingredientes con los que Tanabe cocinó sus casi 60 minutos de actuación en los que se sumergió bajo el agua mediante sintes acuáticos, corrió por laderas orientales entre voces delicadas y recreó ambientes juveniles con sonidos de videojuegos que hicieron enloquecer al público.

dauCon las primeras gotas amenazando en el horizonte le tocó el turno al también japonés Yosi Horikawa que conectó las latitudes de su música con las nubes que sobrevolaban el cielo del Botánico y ralentizó la lluvia que parecía inevitable, utilizando para ello multitud de elementos orgánicos, detalles hipnóticos y burbujeantes bajos que cambiaban a cada instante pero que siempre se reflejaban en el público en forma de caras de felicidad y mucho baile. El vínculo entre Yosi y la audiencia fue constante y cuando sonaron los primeros acordes de Bubbles o cuando la naturaleza comenzó a hablar y se convirtió en esa maravilla para los sentidos llamada Kingdom Of Frogs, el Jardín Botánico era una auténtica fiesta.

El final de la jornada llegó de la mano del artista local Memorabilia que realizó una puesta en escena en donde mezclaba las voces de un cantante que le acompañaba y su habilidad disparando clips de Ableton, conjugando un set bastante bailable en donde mezcló sonidos de corte retro propios del electro o de la música industrial con otros más contemporáneos que casaban un poco con patrones techno o house analógicos.

La Nave de LABoral: sentimientos encontrados

El calor asfixiante y el sonido por veces bastante malo fueron los principales motivos para que las jornadas nocturnas del L.E.V. no fuesen del todo excepcionales, por que por lo demás hubo momentos muy buenos y en los que realmente lució fenomenal ese nuevo espacio, como por ejemplo durante el directo de Gazelle Twin en el que toda la sala se fundió en un humo blanco y con un juego lumínico asombroso.

El viernes fue la noche en la que el sonido hizo más difícil disfrutar de las actuaciones, comenzando con Architectural que presentaba su último trabajo Secret Chapter, un disco que nos ha dejado muy buenas sensaciones, lleno de oscuridad y de atmósferas, con un sonido orgánico, profundo y emocional en el que derivan todas sus influencias tomadas del techno de Detroit o del house de Chicago, siempre bajo una aleación de soul o de dub.

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Tras el le tocó el turno a Gianluigi Di Constanzo aka Bochum Welt que hizo un set muy difuso, sin mucho sentido donde mezcló IDM, techno, acid o trance pero con un sonido muy saturado y en donde las cajas petardeaban continuamente; algo que arregló un poco Legowelt, encargado de cerrar la primera noche y que hizo que el baile regresase a la Nave con un set muy dinámico en donde tiró de patrones más technoides aderezados con algo de EBM o electro de la vieja escuela pero sin llegar a sonar muy contundente y con algún momento cercano inlcuso al house.

El sábado La Nave concentró el grueso de la programación nocturna con hasta 5 actuaciones que comenzaron con los breaks y las atmósferas bass preciosistas de Kidsuke & Alba G Corral. Daisuke Tanabe y Kidkanavil sacaron un sonido muy limpio y se empaparon de la delicadeza con la que la artista visual Alba G. Corral dibujaba en tiempo real blancos sobre negros y negros sobre blancos, con algún ramalazo de color en los que las aristas, las estrellas y los círculos crecían y mutaban como si tuviesen vida propia. Por momentos no se sabía si ella ponía imágenes a la música de Kidsuke o eran estos los que musicaban las visuales de Alba, pero lo cierto es que el camino que siguieron desde los breaks más pausados del inicio hasta los ritmos más tortuosos del final se convirtieron en uno de los momentos más espactaculares de todo el festival.

Después le tocó el turno al alemán Jens Massel aka Senking, que comenzó demasiado abrupto con estructuras dubsterianas de corte industrial que no acababan de enganchar al público por lo que hizo una pausa en su discurso y reseteó su sesión por medio de una larga intro llena de tensión. El de Raster-Noton comenzó entonces un viaje musical sin paliativos, de ida y vuelta donde brotaba la tensión y las atmósferas sofocantes que entonces sí encontraron su respuesta en los balanceos y los gritos del público.

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La Nave se quedó completamente a oscuras a la 01:25 para recibir a la cantante británica Gazelle Twin que apareció enfundada con su típica máscara y su traje de deporte azul, y acompañada por otro músico que manipulaba un curioso sintetizador de donde salían ritmos que bebían de techno-pop, del electro o del dubstep pero que sucumbían ante los cánticos fantasmales de Elizabeth Bernholz desmenuzando su disco Unflesh y ante su contínuo balanceo compulsivo por todo el escenario.

Sin duda fue una de las mejores actuaciones del fin de semana por su gran puesta en escena y uno de los momentos en los que La Nave de LABoral lució sus mejores galas con las visuales de Pelayo Rodríguez, que dejaron su lugar a las de Dam Tombs para salpicar el directo de Blanck Mass (50% de Fuck Buttons) que dió la vuelta al sonido de su predecesora y sucumbió al ruidismo y los drones interminables, muy bien recibidos por el público que aún llenaba la sala y soportaba el calor que había a esas horas.

El colofón al festival lo pusieron el dúo de Manchester formado por Joe McBride y Liam Blackburn, más conocidos como Akkord y que se decantaron por hacer un dj set en clave ping pong en el que mezclaron sonido rave británico de finales de los 90 con estructuras bass más actuales y por supuesto ese techno de sub-bajos puntiagudos, atmósferas húmedas y golpes siniestros que tanto dominan y con el que terminaron por poner patas arriba La Nave y dar por finalizada la novena edición del Laboratorio de Electrónica Visual.

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Como decimos cada año después de quitarnos la pulsera del L.E.V.: ya queda menos para la próxima edición!

Fotos: Penélope Cerezo

Texto: Vítor P &

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