Lo que fue TriCiclo [5] @ Compostela

Asistimos al evento organizado por Work On Sunday y te contamos un poco como (de bien) transcurrió

17 mayo, 2014 / Nour Al-Hussen Villa

Como os anunciábamos en la anterior entrada, tuvimos el privilegio de ser invitados a esta quinta entrega de la iniciativa acertadamente arrancada por WOS, teniendo lugar ésta el pasado sábado 10 de mayo en la fundación SGAE.

Daban las ocho y medio cuando ya impacientes llegábamos a la puerta, pero parece que el asunto se atrasaría un poco más hasta allá por las nueve. Mientras recogía las acreditaciones no podía evitar mirar de reojo la instalación en la cual yo me encontraba deconcertadamente maravillada por su estética metalizada, tal sorpresa cavaba en mi percepción con tanta intensidad seguramente por la novedad, pues  hasta ese día (mal por mí) no había visitado en ocasión alguna la fundación, con lo cual mi idea previa era nula, y la posterior curiosa.

El pasillo recreado en forma de escalera iluminaba el tránsito de la entrada al recinto con una luz fría pero pasmosa. Una vez llegada a la puerta me di cuenta que el recinto estaba dividido en dos partes. Una primera, cuidadosamente decorada que albergaba entre sus paredes unos puestos con artículos de los grupos, y la segunda y meta final para los asistentes como también artistas: el escenario. Tras unas cortinas densas y azabache la sala daba la bienvenida a sus anchas entre su confortable espacio.

«Una birra» y un «A ver cómo suenan» dieron el pistoletazo de salida a lo que sería, ya adelanto, una gran noche. Cuello saltaron a la palestra y las ráfagas de guitarreo se dejaban sonar por momentos de una brusca, pero acertada manera. Tras un par de fallos de sonido sin importancia se estableció una interacción cálida con el público. Cachondeo y buenrrollismo patrocinaron una puesta en escena desenfadada y con garra y los valencianos supieron sumergirnos en un bucle infinito de . Los valencianos demostraron que sus conciertos pueden ser de todo, menos insulsos.

Triángulo de Amor Bizarro dieron cuenta una vez más por lo que vale su reconocimiento, extendido como la espuma en nuestro territorio y fuera de él. Si la anterior vez que acudí a un concierto suyo hicieron que lo disfrutase, esta vez no fue menos. Isabel no paró de hacer del escenario su marco de baile y campo de su electricidad. «De la Monarquía a la Criptocracia» estalló de un manera estrepitosa y es que, los oyentes reconocieron de inmediato lo que ya se ha consolidado como un himno de juventud y noche.

La sala parecía ir cogiendo forma y el cúmulo de cabezas que se sacudía hasta la última nota de Triángulo resultó ser un hecho. Poco después, se celebraría el último descanso. Nos podíamos haber ido a casa ya satisfechos, pero quedaba el plato fuerte en la mesa. Como nosotros y como otros muchos más esperábamos la salida de The Entrance Band expectantes, impacientes, la aporía se apoderaba de nosotros. Entraron pisando fuerte y es que una cosa no, pero Paz Lenchatin emana por cada poro de su cuerpo una elegancia radiante que pocas veces alguien logró transmitirme haciendo sonar un bajo. Su puesto en el calibre The Pixies (su otro de sus múltiples y maravillosos papeles en otros proyectos). La agilidad e inteligencia que dota a cada respuesta que da en entrevistas que he podido leer suyas las traslada en forma de ritmo y soberbia tocando.

La puesta en escena estuvo a la altura de los elogios de  grandes artistas como por ejemplo el mismo Thurston Moore que no dudan en afirmar que The Entrance Band es uno de los proyectos más atractivos y únicos del panorama musical independiente. A medida que iba avanzando el concierto consiguieron sumergirnos en una atmósfera claramente trucada por la psicodelia y por pinceladas de blues ácido e indomable. Su tema «Medicine» fue el traspaso a otra dimensión donde lo único que importaba era balancearse a su ritmo y voluntad.

La velada rozaba su final, aunque el comienzo de la noche acechaba a muchos. Después de haber bailado lo suyo, y sido víctimas de un torbellino musical solemne, la noche santiaguesa se nos presentaba por delante, para recordarnos  nuestra dilación por la música y que somos jóvenes y si seguimos así….  siempre lo seremos.

Fotos: Nour Al-Hussen Villa y Marta Matovelle.

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